Medicina Funcional, descubriendo sus secretos
¿Qué significa la medicina funcional? ¿Hacia dónde nos lleva? ¿Qué podemos esperar de esta nueva práctica? Estos son solo algunos de los interrogantes que cada vez más se hacen pacientes y médicos frente a este nuevo enfoque de medicina.
Empecemos definiendo la Medicina Funcional como la práctica médica que va hacia un enfoque preventivo, personalizado e individual que busca estudiar al paciente, más que la enfermedad y sus síntomas. Gracias a estudios y avances de la ciencia se ha podido concluir, con más certeza, que solo un pequeño porcentaje de las enfermedades del individuo están relacionadas con sus genes, mientras que la mayoría de patologías tienen que ver más con el estilo de vida, los hábitos, la alimentación, el ambiente, el estrés, las relaciones, etc.
Esto ha llegado a ser un cambio en el paradigma médico, convirtiendo al paciente en el protagonista. De ahí, lo primero es dedicar una buena porción de tiempo para hablar con el paciente, escuchar su historia, estudiar sus interacciones en distintos ambientes y analizar estudios físicos y algunas veces genéticos; luego, conectar esta historia para hallar las causas del desequilibrio clínico que padece; y, finalmente, crear un plan para devolver ese equilibrio al cuerpo.
En este sentido, la evaluación resulta un factor clave en la medicina funcional. Una acertada valoración de las causas, los detonantes, así como la adecuada recopilación de la historia clínica con pruebas de laboratorio y exámenes, pueden llevar a una mejor comprensión de los procesos del organismo y qué los afecta.
Al momento de prescribir el tratamiento, la medicina funcional integra la medicina alopática con la medicina natural con el fin de lograr una mejor calidad de vida y optimización de la salud del individuo.
Hacia que va la medicina funcional
Preocupan las cifras de incremento de las enfermedades crónicas que crecen década tras década y, si es cierto, que los seres humanos han prolongado su probabilidad de vida; también es cierto que llegan a edades avanzadas más enfermos.
Por ello, el objetivo principal de la medicina funcional es reducir el riesgo de estas enfermedades crónicas no trasmisibles como los accidentes cardiovasculares, la diabetes, los ataques al corazón, el cáncer, la degeneración macular, la demencia, enfermedades autoinmunes y la obesidad.
La meta de la medicina funcional es buscar las causas subyacentes para estas posibles enfermedades, que pueden ir desde desbalances hormonales, inflamatorios, inmunes o digestivos hasta disfunción mitocondrial, exposición química toxica o emociones tóxicas como la ira, miedo o depresión.
Desde este nuevo enfoque, la medicina funcional no va en contra de la medicina convencional, inclusive ambas tienen como finalidad la optimización de la salud, sin embargo, si tienen algunas diferencias.
Podemos observar que mientras la medicina convencional trabaja con un modelo que se centra en el médico experto, trata a todos por igual, es especializada y suprime los síntomas con medicamentos; la medicina funcional colabora con el paciente, hay una individualidad bioquímica, es holística y alivia los síntomas atendiendo la causa.
Principios de la medicina funcional
La medicina funcional trabaja bajo unos principios básicos que se refieren a enfocar el cuidado en el paciente y no en la enfermedad; aumentar el tiempo de vida con calidad y optimización de la salud; valorar el concepto de salud como vitalidad positiva y no ausencia de enfermedad.
Reconocer la individualidad bioquímica y metabólica; conocer al ser humano en su totalidad, incluyendo mente y espíritu; y equilibrar activamente los factores internos y externos, así como los genéticos y epigenéticos.
La medicina funcional resulta ser una buena práctica que, además de ayudar, educa a los pacientes para que comprendan mejor su sistema. Si sabemos consentir nuestros cuerpos y aplicar las herramientas que tenemos a nuestro alcance, mejoraremos nuestra salud y calidad de vida.